Clive Crook

No es una crisis del capitalismo sino de liderazgo

Con las economías desarrolladas tambaleando y los líderes de la Unión Europea...

Por: Clive Crook | Publicado: Lunes 9 de enero de 2012 a las 05:00 hrs.
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Con las economías desarrolladas tambaleando y los líderes de la Unión Europea intentando empeorar las cosas, la gravedad de la crisis económica que aún afronta Occidente difícilmente se puede exagerar. Sin embargo, es posible.



Según he leído, no sólo enfrentamos la peor recesión desde los años ’30, sino un desafío a todo el orden económico occidental. La Gran Recesión habría expuesto la pobreza de la economía ortodoxa. Representa una crisis ideológica. Mostraría que el capitalismo en sí mismo contiene una falla “fundamental”.

Si todo esto fuera cierto, estaría mucho más preocupado sobre los próximos años de lo que lo estoy, lo que ya es mucho decir.

Corresponde una corrección de año nuevo. Los reportes de la muerte del capitalismo están muy exagerados. Lo que es más sorprendente es lo muy equivocado que están. Quizás, mientras yo escribo, los revolucionarios se están organizando en secreto, pero yo no veo señales de alzamientos populares. Por favor no me hablen de los “Occupy” de Wall Street, ese ridículo coro de eternos descontentos cuya principal meta parece ser “una asamblea general en cada patio”. Es un movimiento, si se puede llamar así, que carece de agenda, y apenas intente tener una se dividirá, si acaso no antes.

Pero ¿dónde está el resurgimiento de una izquierda organizada? Los demócratas en EEUU no están disfrutando de un repunte en su apoyo. Están preocupados de que los republicanos, que llevaron al país al borde del default el año pasado, puedan recuperar el control del senado y desalojar a Barack Obama. Recientes encuestas de Gallup muestran una caída a apenas 41% en el número de estadounidenses que consideran que el país está dividido entre los desposeídos y los pudientes. Cerca de 64% de la población -y 48% de los demócratas- creen que un “gobierno grande” es una peor amenaza para el país que “un gran sector empresarial”, cerca de un nivel récord.

En la mayor parte de Europa, los partidos de izquierda están en retirada. La regla parece ser: mientras peor es el caos económico, peor es el castigo de los votantes para la izquierda. El último ejemplo es España, donde la coalición socialista gobernante sufrió su peor derrota desde la muerte de Franco, en 1975.

Es cierto, esta tendencia se debe en parte a que los gobiernos que estaban en ejercicio están siendo expulsados por los malos tiempos que vivimos. Los votantes en EEUU y Europa podrían estar equivocados por culpar a los socialistas por la recesión, pero el giro del electorado hacia la derecha desde 2008 plantea dudas a la idea de que el capitalismo esté sufriendo una crisis de confianza. ¿Dónde están los llamados para un Estado más grande, para que se estaticen las industrias, para que se bloqueen las importaciones?
El creciente apoyo al proteccionismo comercial que fue ampliamente pronosticado al comienzo de la crisis no se ha materializado. Esto todavía podría cambiar. La crisis no ha terminado. Pero la que ya es la peor recesión en siete décadas no ha destruido ni alterado significativamente el apoyo popular a la actual forma de capitalismo, un capitalismo de economía mixta basado en los mercados, la búsqueda de ganancias y competencia, además de una buena dosis de intervención estatal. Muchos países han visto un colapso en la confianza de sus líderes políticos, pero no en el orden económico imperante.

En este sentido, la opinión pública está acertada. Es frívolo afirmar que el actual capitalismo contiene una falla en sus fundamentos si se compara con las alternativas relevantes. No existe ninguna.

Cuba y Corea del Norte dejan mucho que desear. El bolivarismo de Hugo Chávez, carece de atractivo. China ha optado por un capitalismo de economía mixta, y ha registrado décadas de milagroso crecimiento. India hizo lo mismo. La recesión global que comenzó en 2009 en realidad no fue global: para miles de millones de personas fuera de Europa y Norteamérica, el capitalismo sigue, como siempre, entregando todavía la mejora en calidad de vida más acelerada de la historia.

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